Un mundo mejor es posible
Un día (inolvidable) con mi nieto
Hace unas pocas semanas, se celebró el día de los abuelos; coincidentemente con esa fecha mi hija la mamá de mis dos nietos más pequeños, tuvo con su esposo ciertos compromisos que se juntaron con responsabilidades laborales de modo que nos preguntó a mi esposa y a mí si nos podíamos hacer cargo de su cuidado por un día, desde aproximadamente las 10 de la mañana hasta las 6 de la tarde. Nosotros le dijimos sobrevalorando nuestras capacidades que lo haríamos con gusto.
Tengo seis nietos, dos mujeres y cuatro hombres que van de los 30 años la mayor hasta 1 año y medio el menor. El encargo pues, era de nuestros dos nietos más pequeños, los cuales juntos son verdaderamente unos diablillos incansables y adorables, de modo que los recibimos en nuestro depa como le llaman a nuestra casa a la hora convenida; mi esposa accedió a hacerse cargo del más pequeño y yo me comprometí a “cuidar” al mayor que tiene 3 años y siete meses.
Aquí les presento cómo transcurrió ese día memorable a cargo de Aldo. Él es un niño que ha recibido de su madre los cuidados de una persona que lo adora pero que cuando lo tuvo no tenía idea de lo que era la experiencia maravillosa, pero llena de sorpresas y de nuevas vivencias para ambos madre e hijo, pero que echando mano de todos los recursos modernos se ha preparado de manera exhaustiva en los temas de alimentación, lactancia, sueño y demás que se requieren en el mundo actual, si se desea criar hijos capaces de enfrentar lo mejor posible los retos del mundo en que vivimos, a tal grado ha sido su preparación que ha establecido un consultorio sobre todos estos temas y lo ha hecho con todo el profesionalismo debido, obteniendo la certificación que la acredita en estas disciplinas en Europa y en los Estados Unidos.
Aldo en cuanto llegó a nuestro “depa” procedió a quitarse los zapatos y los calcetines a los que pareciera tenerles aversión, pues su mamá considera que el contacto de las plantas de los pies con el piso, es parte importante en el fortalecimiento de su sistema inmunológico; y a él pues le fascina andar descalzo, cosa que a nosotros los abuelos nunca nos enseñaron, todavía recuerdo a mi madre decirme “no andes descalzo que te vas a enfermar”. El caso es que en cuanto se descalzó me dijo ¿a qué jugamos abu? que es como me llama. Yo pensé en algo tranquilo y la propuse ver algún programa de caricaturas en la TV, a lo que él accedió, pero para mi primera sorpresa del día, me dijo que quería ver ¡tiburones en YouTube! De modo que pusimos la TV en esa plataforma y buscamos y encontramos una corta película que trata sobre 10 clases diferentes de tiburones, que él disfrutó con gran interés y yo aprendí cosas que nunca había visto sobre los tan temidos escualos, algunas de cuyas categorías están en peligro de extinción por la pesca desmedida de los mismos, de los cuales por absurdo que parezca sólo les cortan la aleta para hacer sopa de aleta de tiburón en Asia donde este platillo es muy apreciado.
Vimos tiburones mako, tiburones ballena, orcas que también son tiburones, tiburones martillo que causaron gran impresión en Aldo tiburones blancos etc. de los cuales él siempre me preguntaba “poqué” en referencia a sus características y alimentación, poniéndome en aprietos porque obvio no se todas las respuestas a sus preguntas, hasta que después de que terminó la película que dura unos 15-20 minutos y verla de nuevo, perdió el interés y me dijo ahora ¿a qué jugamos abu? nuevamente. Él mismo me propuso jugar con un camioncito que sus papás le habían comprado para regalo de Reyes, pero que Aldo se los descubrió como él mismo dice cuando busca y encuentra algo (Jajajaja).
Trajo el camioncito y me dijo que ese no era un “bulldozer” sino solamente un camión de volteo, que llevaba de carga unas pinzas de plástico que se usan para colgar la ropa en los tendederos, con los que empezamos a jugar paseándolo sobre mi cama imitando el ruido que hacen. Yo tuve la mala idea de tomar una pinza y ponérsela en el brazo, provocando en mi nieto adorado que lejos de hacerle gracia lo hiciera llorar, hasta que lo consolé diciéndole que él me colocara a mí las pinzas una en cada dedo de la mano, ahora yo fingía llorar provocando finalmente su risa al tiempo que me decía “para que aprendas” abu.
Agotada la “diversión” con el camioncito, volvió a decirme incansable, ahora ¿a qué jugamos abu? Estaba yo pensando en alguna otra opción, pero me se me anticipó, me dijo vamos a bañarnos en tu regadera, yo tenía flojera, andaba en bata pero comenzó a desvestirse hasta quedar completamente desnudo y me decía: “ya ando coludo” abu, desvítete tú para que también andes coludo (así le dice su mamá cuando anda sin ropa, jajaja). Ante tan convincentes exhortos accedí.
Omito por pudor algunos comentarios que me hizo cuando por fin me desvestí y nos metimos a la regadera, le dije cierra los ojos mijo porque te voy a echar shampoo en la cabeza, pero él me contestó “no gacias abu” no me guta shampoo se me mete a mis ojazos (yo le digo que tiene unos ojazos, jajaja) y él se lo toma en serio; le gusta jugar fútbol en la posición de portero que es en la que también juega su papá y el sueña que va a ser portero del Real Madrid, yo le he dicho que primero va a jugar con el Puebla y que aquí lo va a ver jugar algún directivo del Real Madrid y va a preguntar ¿Quién es ese porterazo de los ojazos? Y lo hago sentir mus orgulloso de sus ojos que en efecto considero unos ojazos (Jajajajaja).
Después de un triunfo para convencerlo de que se vistiera se dejó por fin poner la misma ropa, ya que no había llevado una muda para cambiarlo; antes de eso “luchó” conmigo diciendo que yo era un villano malvado ¿?, pero la peor vino cuando le cayó encima a su aby (así le dice a mi esposa) cuando ella dormitaba ya, aprovechando que nuestro nieto más pequeño que no habla mucho pero se mueve de aquí para allá todo el tiempo, estaba tomando su siesta acostumbrada, tanto ella como yo quedamos bastante adoloridos después de esta pequeña diversión de nuestro bebé adorado, más ella porque la tomó completamente desprevenida.
Ya vestido lo convencí de jugar un rato con mi iPad que tiene instalados algunos juegos para su edad; me sorprendió sus capacidad para entender rápidamente el objetivo de esos juegos, yo mismo tuve más dificultades para entender alguno de ellos, pero él los asimiló con esa habilidad que tienen los niños de hoy para ello, en particular el que más me sorprendió fue uno en el que aparecen cierto número de pares de cartas por el revés, que se van volteando hasta que se completan todos los pares, para la cual se tiene que tener la memoria de los intentos fallidos en dónde van quedando las cartas, mientras tuvo interés realmente me dejó sorprendido con su habilidad para recordar donde estaba la pareja correspondiente, pero el problema es que se aburre pronto y quiere otra actividad diferente, de modo que pasamos a jugar a la nave espacial, me nombró capitán abu como su copiloto mientras él era conductor de la nave con el cargo obvio de capitán Aldo.
Le encantó que yo hiciera la cuenta regresiva, 5,4,3,2,1,0, ignición estamos despegando rumbo a la Luna, porque le hice ver que le habían robado los aretes a lo que él comentó ¡que también las orejas! Jajajaja y que nuestra “misión” era encontrar ambas, pasamos de estar en el espacio al fondo del mar en un suspiro, donde describió vívidamente con gran imaginación lo que había visto en la mañana el video de los tiburones, cuando nos llamó mamá que era hora de ir a dejar a mis dos bebés adorados. Los entregué y se me hizo y hace todavía un nudo en la garganta al recordar la inmensa dicha vivida durante un día con mi nieto.